miércoles, 9 de abril de 2014
INTRODUCCIÓN (por Mónica Hortigüela Aparicio)
La anomalía genética que nos ha tocado presentar es el síndrome de Edwards, y no hay mejor manera para empezar a conocer este síndrome que con una sencilla introducción.
El síndrome de Edwards(trisomía del 18) está catalogado como enfermedad rara, según la Unión Europea una enfermedad rara son aquellas con peligro de muerte o de invalidez crónica que tienen una prevalencia menor de 5 casos por cada 10.000 habitantes. Alrededor de 30 millones de europeos están afectados por enfermedades raras (2003), calificación que merece aquellas en las que el número de afectados es inferior a 185.000, cifra que en España se reduce a 20.000.
El síndrome que estamos presentando es la 2ª trisomía más frecuente, por debajo del síndrome de Down (trisomía del 21), con una prevalencia al nacimiento del 0,16 por 1000 nacidos vivos.
La incidencia de este síndrome aumenta con la edad materna, y solo 1 de cada 10 bebés afectados con este trastorno supera el primer año de vida, además de ser 3 veces más frecuente en niñas que en niños.
¿Por quién fue descubierto?
Fue descrito por John Hilton Edwards (genetista británico) en la universidad de Wisconsin, cuyos resultados fueron publicados y registrados en la literatura pediátrica y genética en el año 1960.
John Hilton Edwards ,nacido el 26 de Marzo de 1928, estudió medicina y zoología en la universidad de Cambridge de 1946 a 1949, y continuó sus estudios de medicina en el hospital Middlesex de 1949 a 1952. Posteriormente ejercería como profesor de genética en la universidad de Oxford, muriendo allí en 2007.
Con este blog queremos despertar vuestro interés sobre está trisomía; en las sucesivas entradas os iremos hablando de dónde reside la alteración genética característica de este síndrome, de la clínica, de la investigación que se ha hecho y que se está haciendo...
Esperamos que os guste y que os sea útil!
INTRODUCCIÓN GENÉTICA (por Consuelo Fernández-Avilés Irache)
Como ya hemos visto, la causa del síndrome de Edwards reside
en una trisomía del cromosoma 18. Antes de hablar en profundidad de la genética
de esta enfermedad, vamos a explicar las trisomías de forma general.
Una trisomía es
una clase de aneuploidía. Una aneuploidía
consiste en la pérdida
o ganancia de uno o varios cromosomas. En las trisomías, (2n + 1), se produce
la ganancia de un cromosoma que se añade a la pareja de homólogos, que pasará a
ser un triplete.
Estas alteraciones pueden producirse en cualquiera de los
cromosomas de nuestro genoma, tanto sexuales como autosómicos.
Las trisomías en los cromosomas
sexuales suelen ser menos graves y suelen dar lugar a individuos viables,
que presentaran síndromes como el de Klinefelter.
Respecto a los cromosomas
autosómicos las trisomías más frecuentes son la del 21 (síndrome de Down), la del 18 (síndrome de Edwards) y la del 13 (síndrome de Patau). Esto no quiere decir
que en el resto de cromosomas autosómicos no se den trisomías, sino que las
alteraciones en otros cromosomas no suelen ser viables, produciéndose
generalmente un aborto en la madre del embrión que las padece.
¿Por qué se producen las trisomías?
La mayoría de las aneuploidías, entre ellas
las trisomías, se producen por la no
disyunción de los cromosomas durante la división meiótica, tanto meiosis I,
como en meiosis II.
Suele darse en meiosis I, debido a un sobrecruzamiento mal
posicionado, además se produce generalmente en la formación de gametos femenino
u oogénesis. Este hecho guarda
relación con que la meiosis I de la oogénesis, tiene una gran duración (desde
el desarrollo fetal hasta cada ovulación, entre 15 y 45 años después), respecto
a la de la espermatogénesis.
Además, se ha demostrado que la posición de los quiasmas en la recombinación, es clave
en la disyunción; y se piensa que, con la edad la maquinaria encargada del
procesamiento de los quiasmas pierde eficacia. Esto explica que las no
disyunciones se den con mayor frecuencia en los gametos viejos que en los
jóvenes, lo que concuerda con que la frecuencia de las aneuploidías aumente con
la edad de las mujeres.
Dependiendo de cuando se produzca la separación incorrecta (no
disyunción)de los cromosomas, los gametos obtenidos serán diferentes:
- En meiosis I: se obtienen dos gametos nulisómicos (sin ninguna copia del cromosoma en cuestión) y dos gametos heterodisómicos (con una copia de cada cromosoma homologo presente en la celula progenitora). Sus cargas cromosómicas serán, respectivamente n-1 y n+1, en lugar de n que seria lo correcto.
- En meiosis II: obtenemos dos gametos monosómicos (n), un gameto nulisómico (n-1) y un gameto isodisómico (con dos copias de un mismo cromosoma, del padre o de la madre).
Al unirse uno de estos gametos disómicos con otro gameto
normal en la fecundación, el embrión
resultante tendrá un cromosoma de más (trisomía) en el par cromosómico
afectado, que pasa a ser un triplete.
BASES GENÉTICAS DE LA ENFERMEDAD (I) (por Patricia Calvo Pasarón)
La trisomía en el par de cromosomas 18, también
conocida como síndrome de Edwards (47, XX,+18) o (47, XY,+18), es un trastorno genético poco común de tipo
polimalformativo basado en una aneuploidía (alteración de la cantidad de
material genético en el individuo), se produce como expresión de un balance
cromosómico incorrecto caracterizado por la presencia de tres cromosomas 18, aneuploidía
por exceso de información genética, en este caso. La enfermedad también puede aparecer
por la presencia parcial del cromosoma 18 (translocación equilibrada) o por
mosaicismo en células fetales. Es un trastorno que tiene una mayor incidencia
en el sexo femenino que en el masculino, aunque no muestra predilección por una
raza u otra; es de carácter letal, con expectativas de vida muy reducidas, que
no llegan a superar el año. Es una patología que genera insuficiencias en
órganos vitales, por ello, el periodo de supervivencia habitual en individuos
con esta enfermedad ronda entre 1-3 meses de vida, aún así, hay casos en los que
han llegado hasta 19 años de edad, pero con graves problemas de salud.
Los efectos más graves están producidos en aquellos
individuos con trisomía total 18, presente en torno a un 95-96% del total de
afectados, mientras que son algo más leves en los individuos con translocación
equilibrada en el 18 y los individuos con mosaicismo (alrededor del 3-4%).
En la imagen se muestra el ideograma de un
individuo varón con trisomía completa 18.
Es una enfermedad producida por un exceso de
material genético traducido como una copia accesoria de un cromosoma del par
18, puede producirse tanto la copia entera (trisomía completa) o parcial (se
hablaría entonces de translocación) y la gravedad de los efectos que se producirán en el individuo van a depender de
que se haya producido una u otra patologías, así como también depende del
historial genético del enfermo y el azar.
En función de que se produzca una aneuploidía con
trisomía completa del cromosoma 18 estaríamos hablando de una cromosomopatía de
tipo numérico (2n+1) o si se produjese el incremeto parcial de material
genético por translocación, además de una aneuploidía sería una cromosomopatía
estructural, se produce entonces una anomalía desequilibrada.
La anomalía cromosómica se puede producir en
cualquiera de las dos etapas meióticas en el proceso de formación de gametos,
se produce un fallo en la congregación de las células hijas (no-disyunción
meiótica). De esta manera uno de los gametos presentará 24 cromosomas, teniendo
así una pareja de cromosomas 18, de tal manera que al combinarse con un gameto
del sexo contrario, el individuo resultante presentará 47 cromosomas, con esta
trisomía característica. En múltiples estudios realizados por científicos como
Kupke y Muller (1989), Fisher (95), Eggermann(96), Bugge (98) se observó que en
el 50% de los casos la no disyunción de los cromosomas en la ovogénesis
(formación de gametos maternos) se había producido en el proceso de miosis-II
(lo cual difiere de otras trisomías humanas estudiadas en las que la mayoría de
anomalías se producen en la fase de meiosis-I, también en la ovogénesis).
Aunque las causas de las trisomías siguen investigándose se atribuyen, en
parte, actualmente, a polimorfismos maternos en determinadas enzimas implicadas
en el metabolismo. Se ha estipulado que la enfermedad está derivada de una
deleción del brazo “p” y una triplicación del brazo “q” por una división
incorrecta en la fase meiótica. Diferentes investigaciones han propuesto que el
origen de las trisomías en el par 18 puede estar relacionado con un aumento de
los polimofismos en el gen que codifica para la enzima reductasa metilen
tetrahidrofolato (MTHFR), este gen fue aislado en 1994 y contiene 2196 pares de
bases. Es también posible que la alteración se produzca en alguna de las etapas
mitóticas post-zigóticas (lo que produciría individuos con miosaicismo).
Es corriente, dentro del síndrome de Edwards,
aunque menos frecuente, encontrar una trisomía por traslocación en el par
cromosómico 18 debido a que un fragmento del cromosoma 18 se pega a otro
cromosoma (antes o después de la unión de gametos) por lo que los individuos
contarán con la pareja de cromosomas habitual más el fragmento adherido, como
se ha dicho, en este caso se producen anomalías en el individuo pero son de
menor gravedad que las producidas con una trisomía completa, ya que presentan
un fenotipo incompleto, pero no llega a ser una trisomía total. También
encontramos individuos con mosaicismo en células fetales (es mucho menos
frecuente que las dos alteraciones genéticas anteriores, se estima en un 3% del
total de casos con esta enfermedad), se caracteriza porque los individuos
tienen esta trisomía sólo en algunas células, pero no está presente en otras.
BASES GENÉTICAS DE LA ENFERMEDAD (II) (por Patricia Calvo Pasarón).
En los estudios de genética
molecular no ha sido identificada una región cromosómica única que sea crítica
para la expresión de la enfermedad. Sin embargo, parece ser necesaria la
duplicación de dos regiones del brazo largo, la 18q12-21 y 18q-23 para que se
produzca el fenotipo característico del síndrome. Algunos autores han
considerado como fundamental la afectación de la zona proximal a 18q12.2, así
como la 18q12.3-22.1 parece ser muy influyente a la hora de que el individuo padezca
retraso mental. Parece ser que los individuos con afectación de la región
18q21.1 experimentan el fenotipo característico de la enfermedad, mientras que
los individuos con alteraciones en 18q12.2-18q12.3 no está constatada una
relación clara con el síndrome, puesto que no presentan dicho fenotipo.
Que los individuos con este
trastorno presenten varias áreas triplicadas sustenta la hipótesis de que la
triplicación de una sola región del cromosoma no es suficiente para presentar
la anomalía genética, es decir, no hay una región única en la banda 18q que sea
excluyente para la expresión de la enfermedad sino que es necesaria la
conjunción de alteraciones en distintas regiones de la banda 18q.
CLÍNICA DEL SÍNDROME DE EDWARDS (I) (por Inés Bartolomé Oterino)
El aspecto
clínico lo explicaremos en varios apartados:
- Síntomas.
- Diagnóstico.
- Epidemiología.
- Tratamiento.
- Pronóstico.
1. Síntomas
Esta enfermedad
afecta a un gran número de sistemas corporales lo cual compromete seriamente la
vida del bebé. Explicaremos los síntomas centrándonos en cada uno de los
sistemas, órganos o aspectos afectados.
Rasgos generales
Se trata de niños con
un tamaño más pequeño de lo normal, frágiles, débiles y de bajo peso. Presentan
retraso en el crecimiento pre y postnatal y en el desarrollo neurológico.
Tienen un acusado retraso mental: en un grupo de supervivientes con edad media
cronológica 8 años, la edad de desarrollo media fue de 6.8 meses.
Tienen cutis
marmorata, que es la presencia de máculas de color violáceo en la piel. Además
pueden presentar hirsutismo (crecimiento excesivo del vello) en espalda y
frente.
Síntomas característicos del Síndrome de Edwards |
Durante la gestación
y el parto
Existe una alta
frecuencia de polihidramnios (demasiado líquido amniótico rodeando al bebe) así
como un útero excesivamente grande y una placenta de tamaño menor que el
habitual. Tienen nacimiento postérmino. El panículo adiposo y la masa muscular
son escasas al nacer.
Tienen arteria
umbilical única y pseudoquistes en el cordón umbilical.
- Cabeza pequeña por
debajo de los límites normales (microcefalía), fontanelas grandes y amplias y
occipucio (parte posterior de la cabeza) prominente, sus cráneos está alargados
según el eje anteroposterior.
Orejas en posición baja
y malformada así como la hipoplasia mandibular
. |
Ojos más pequeños de lo normal.
Las orejas bajas. La cabeza pequeña y cuello corto y ancho
|
-Orejas situadas en una posición baja y malformadas.
-Hipoplasia
mandibular, subdesarrollo de la mandíbula inferior. Así como boca pequeña y
paladar ojival, es decir en forma de bóveda. También presentan labio y paladar
hendido, lo cual implica que la bóveda del paladar no se ha cerrado por
completo así como micrognatía ( mandíbula anormalmente pequeña).
-Labio leporino.
-Cuello corto y
ancho.
-Ojos más pequeños de
lo normal. Presencia de coloboma (fisura congénita de alguna parte del ojo) de
iris, cataratas y opacidad en la córnea. Ojos cruzados o esotropía.
Anomalías músculo-esqueléticas
Manos trisómicas |
Sindactilia |
Pie en mecedora |
-Hipotonía inicial que evoluciona a una hipertonía muscular marcada, produce tensión muscular localizada más acusada de lo normal. Como consecuencia pueden tener la cabeza en hiperextensión lo que les hace más difícil tragar.
-Las uñas no han
completado su desarrollo.
-Hipoplasia o aplasia
radial, es decir ausencia de desarrollo.
-Escoliosis.
-Esternón corto.
-Pelvis estrecha y dislocación
congénita de la cadera.
Anomalías en el
sistema nervioso central
-Hipoplasia o aplasia
del cuerpo calloso.
-Hidrocefalia,
acumulación anormal de líquido en el cráneo.
-Espina bífida.
-Circunvoluciones
cerebrales anómalas.
Anomalías en el tórax
-Mamilas
hipoplásicas.
-Hernia umbilical y/o
inguinal.
-Tórax en forma de
quilla.
Anomalías cardiacas
Presentes en la
mayoría de los casos cardiopatías congénitas (90%), una de las principales
causas de muerte de afectados por este síndrome.
-Puede existir
comunicación anormal entre los ventrículos del corazón con afectación de las
válvulas (Estenosis o estrechamiento de la válvula pulmonar)
-Coartación aórtica,
estrechamiento de la aorta.
-Comunicación
interventricular con afectación de las válvulas del corazón. O también
comunicación intraauricular.
-Persistencia del
ductus arterioso, es decir de la comunicación entre la aorta descendente
proximal con la arteria pulmonar principal esencial en la vida fetal pero que
se cierra espontáneamente y normalmente en el momento del nacimiento.
-Transposición de
grandes vasos, los 2 vasos principales que llevan sangre lejos del corazón, la
aorta y la arteria pulmonar están
intercambiados.
-Tetralogía de
Fallot.
-Arteria coronaria
anómala.
Anomalías en el sistema gastrointestinal
-Divertículo de
Meckel, ocurre cuando la unión entre el cordón umbilical y el intestino no se
cierra bien.
-Páncreas ectópico.
-Estenosis pilórica,
estrechamiento del píloro, abertura que comunica el estómago con el intestino
delgado.
-Fijación incompleta
del colon.
-Ano anterior.
-Atresia anal, el ano
no está formado.
Anomalías en el sistema urogenital
-Riñón en herradura y
riñon poliquístico.
-Mayor posibilidad de
desarrollar un tumor de Wilms.
-Duplicidad uretral.
-Ectopia renal,
anomalía en la cual 1 o los 2 riñones no se encuentran en la fosa renal.
-Hidronefrosis, la
orina se acumula en los riñones y no puede drenarse fuera de la vejiga.
-Criptorquidia, 1 o
los 2 testículos no han descendido.
-Hipospadia, la
abertura de la uretra está ubicada en la cara inferior del pene.
-Hipoplasia de los
labios mayores con clítoris prominente y malformaciones uterinas.
-Escroto doble.
Otras dificultades:
-Presentan infecciones frecuentes: urinarias, de los
senos, otitis, neumonía… Las cuales se encuentran también, al igual que los
trastornos cardiovasculares entre las causas principales de muerte de los
afectados con esta enfermedad, en especial la neumonía.
-Tiene dificultades para la alimentación, siendo
necesaria a veces la alimentación por sonda o por gastrostomía. Estos problemas
se relacionan con problemas para respirar chupar y tragar. La descoordinación a
la hora de tragar y el ahogamiento puede producirles vómitos.
-Pueden presentar
presión arterial elevada, reflujo gastroesofágico, episodios de apnea e
hipertensión pulmonar.
-También presentan
estreñimiento.
CLÍNICA DEL SÍNDROME DE EDWARDS (II) (por Inés Bartolomé Oterino)
2. Diagnóstico
Mediante la prueba de
detección cuádruple de la sangre periférica materna en el embarazo podremos
determinar si el bebe estará en riesgo de poseer defectos congénitos. La prueba
mide los niveles de cuatro hormonas del embarazo:
a) Alfa-FetoProteína (AFP): una proteína
producida por el bebé.
b) Gonadotropina Coriónica Humana (GCH): una
hormona producida en la placenta.
c) Estriol libre: una forma de la hormona
estrógeno producida en el feto y la placenta.
d) Inhibina A: una hormona secretada por la
placenta.
Entre la semana 12 y
20 también se puede ver el riesgo del bebé de presentar una aberración
cromosómica por medio de ultrasonidos. Ante la sospecha de una aberración
cromosómica la confirmación de dicho diagnóstico se realiza con técnicas de
amniocentesis, cordocentesis o biopsias del tejido placentario (como vellosidades
coriónicas).
En el caso de la
amniocentesis, las muestras son cultivadas mediante protocolos citogenéticos
convencionales para el aislamiento y proliferación de células fetales (como los
amniocitos). Posteriormente, con técnicas de hibridación (FISH) se tratan las células con sondas fluorescentes para
confirmar la presencia de alguna aberración cromosómica.
No obstante el
diagnóstico definitivo y final es la detección de la trisomía parcial o completa
del cromosoma 18 en el cariotipo. Se hace mediante un análisis de carácter
citogenético a partir de los cromosomas metafásicos.
Este se ha ido
mejorando mediante la introducción de estudios moleculares basados en el FISH
(Fluorescent In Situ Hybridisation), a partir de cromosomas obtenidos tras
purificar y cultivar linfocitos de sangre periférica. Nos permite saber la
extensión de la duplicación en el cromosoma 18. Como ventaja nos permite la
visualización directa del segmento que se ha duplicado así como su orientación
(Esto último mediante el FIHS multicolo)
Los estudios
moleculares detallados pueden mostrar la respuesta y deberían ser realizados
siempre que sea posible ya que ofrecen información diferente a la de los
estudios citogenéticos. En los citogenéticos se determina que la región dupliacada causante del síndrome de
Edwards implica a 18q12.2-q22.2, mientras que en los de genética molecular se
indica una pequeña duplicación a nivel de 18q12.3-q21.31 teniendo la ventaja a
su vez de ser más fáciles y exactos en su determinación.
Otras técnicas
implican el uso de marcadores de ADN, hibridación con sondas radioactivas ,
RFL´s o microsatélites.
El diagnóstico del síndrome de Edwards también puede
alcanzarse mediante las alteraciones físicas características de la enfermedad
una vez el niño ha nacido. Un examen físico del bebé nos puede mostrar por
ejemplo patrones inusuales en las huellas dactilares. También los rayos X
pueden darnos pistas, mostrándonos por ejemplo un esternón corto, lo que nos
permite más fácilmente diagnosticar la enfermedad.
CLÍNICA DEL SÍNDROME DE EDWARDS (III) (por Inés Bartolomé Oterino)
3. Epidemiología
El riesgo de
concebir un niño con síndrome de Edwards incrementa con la edad de la madre.
Aumentando notablemente el riesgo a partir de los 34.7 años. A los 35 años es
de 1/2500 mientras que a los 43 es de 1 /500. Siendo la frecuencia normal 1 de
cada 6000-8000nacidos.Es la tercera enfermedad genética más frecuente después
del síndrome de Down y la microdeleccion 22q11.
El síndrome
de Edwards es más frecuente en niñas que en niños. En una serie de 143 casos el
80 por ciento fueron hembras, se da aproximadamente proporción 4:1. Se presenta
en todas las zonas geográficas y razas por igual sin ningún factor a destacar.
El 95 % de
los casos corresponde a trisomías completas.
La mayoría de
los casos de trisomía 18 no se hereda, porque ocurren como eventos aleatorios
durante la formación de óvulos y espermatozoides, pero la translocación de la
trisomía 18 se puede heredar. Se ha observado que el 50% de los errores en la
separación de los cromosomas en la ovogénesis se presentaron durante la meiosis
II.
Las causas de
la no disyunción cromosómica no se conocen a ciencia cierta pero se piensa que está
relacionada con polimorfismos maternos en enzimas que participan en procesos
metabólicos.
No se conocen
exactamente los factores que contribuyen a la supervivencia prolongada pero
está asociada al sexo femenino y a raza distinta a la blanca, aunque no se ha
demostrado una mayor supervivencia en los casos de mosaicismo ( condición en la
que un individuo tiene poblaciones de células que difieren en su carga
genética).
4. Tratamiento
No se conoce la cura para el síndrome de Edwards. Por lo
que el tratamiento actual consiste en cuidados paliativos ya que aunque la
cirugía puede tratar algunas de las cuestiones del síndrome, no es recomendable
para el interés de un niño cuyo pronóstico es de días o semanas.
Entre el 5-10 % de niños sobreviven al primer año de vida
por lo que necesitan tratamientos apropiados para los síntomas que presentan.
Por ejemplo: para el estreñimiento que presentan debido
al tono de los músculos abdominales (les produce malestar, irritabilidad, y
problemas de alimentación) se usan fórmulas especiales de leche, medicamentos
anti-gas, laxantes, ablandadores de las heces y supositorios. No se deben hacer
enemas pues pueden agotar los electrolitos del niño o alterar la composición de
fluidos de su cuerpo.
Es aconsejable desde las primeras instancias el
tratamiento fisioterápico consistente en estimulación global motora y
sensorial, explicación a la familia del tratamiento postural para evitar la
progresión de las deformidades, normalización del tono muscular,
flexibilización raquídea, estimulación del control cefálico y fisioterapia
respiratoria para facilitar el despegue y drenaje de secreciones.
Los niños con este
síndrome pueden requerir un tratamiento para síntomas como: Convulsiones, hendiduras
faciales, espina bífida, neumonías, infecciones del oído, ojos, tracto urinario
o senos, hidrocefalia, episodios de apnea, presión arterial elevada, hipertensión
pulmonar y enfermedades cardíacas congénitas.
5. Pronóstico
El promedio
de supervivencia es menor a 4 meses, produciéndose la muerte principalmente
por neumonía o fallo cardiaco.
Aproximadamente el 90-95 % mueren antes del 1 año. Aquellos que superan su
primer año de vida lo hacen con problemas de desarrollo y síntomas graves.
Excepcionalmente se conocen casos que han llegado a la adolescencia. La tasa de
mortalidad es del 2 % a los 5 años de vida. Las niñas presentan una mayor tasa
de supervivencia.
No obstante
presentan cierta capacidad de aprendizaje, aunque muy limitada. Su capacidad de
comunicación verbal es casi nula (4 o 5 palabras).
Ejemplo de
caso clínico de una niña adolescente en este enlace:
http://zl.elsevier.es/es/revista/anales-pediatria-37/tratamiento-rehabilitador-paciente-sindrome-edwards-larga-supervivencia-13116721-cartas-al-editor-2008
http://zl.elsevier.es/es/revista/anales-pediatria-37/tratamiento-rehabilitador-paciente-sindrome-edwards-larga-supervivencia-13116721-cartas-al-editor-2008
INVESTIGACIONES SOBRE EL SÍNDROME DE EDWARDS (TRISOMÍA 18) (por Patricia Arias Bueso-Inchausti)
Los
avances en el campo genético gracias a investigaciones llevadas a cabo por distintos
centros expertos de investigación han supuesto una notable evolución tanto en
el diagnóstico como tratamiento de distintas enfermedades genéticas. Se han
realizado multitud de investigaciones desde los años sesenta para averiguar la
etiopatogenia del síndrome de Edwards. A continuación se expondrán algunos de
estos estudios sobre la trisomía 18 que
han proporcionado una mayor información sobre la enfermedad tratada en este trabajo.
1.
Estudio sobre el diagnóstico prenatal
de trisomías a partir de cffDNA.
La
trisomía 21 (Síndrome de Down), 18 (Síndrome de Edwards) y 13 (Patau) son las
trisomías diagnosticadas más comunes en los recién nacidos. Los métodos de “screen”
se basan en el uso de ultrasonidos y de marcadores séricos maternos. Un alto
riesgo de anaeuploidías fetales precisa
la obtención del cariotipo de forma rutinaria durante el embarazo, el cual
requiere la extracción de tejido fetal por medio de amniocentesis o con una
muestra de vellosidad coriónica. Sin embargo, estas últimas técnicas son
cirugías invasivas que conllevan un alto riesgo de aborto. El descubrimiento de
ADN fetal libre (cffDNA) en sangre materna ha proporcionado nuevas formas de
diagnóstico prenatal no invasivo. La fracción de ADN fetal libre en el “pool”
total de ADN libre en el plasma de las células maternas es muy bajo, por lo
tanto el análisis de cffDNA es muy desafiante. La introducción de la
secuenciación paralela masiva ha hecho posible la aplicación de los test
prenatales no invasivos en la práctica clínica y una variedad de estudios
recientes han probado su alta eficacia en el diagnóstico común de aneuploidías.
2.
El riesgo de pérdida fetal después de un diagnóstico prenatal de
la trisomía 18.
El
estudio llevado a cabo por Morris JK y Savva GM tenía como objetivo determinar
el riesgo de pérdida fetal (aborto espontáneo o muerte fetal) tras un
diagnóstico prenatal de la trisomía 18 (T18, síndrome de Edwards). Cinco registros de anomalías
congénitas regionales en Inglaterra y Gales proporcionaron detalles sobre los resultados de 538 embarazos diagnosticados
prenatalmente con Trisomía 18. En cada
embarazo el tiempo transcurrido desde el diagnóstico prenatal hasta el nacimiento, aborto involuntario o terminación
fue calculado y analizado por medio de las funciones de supervivencia de
Kaplan-Meier. Los resultados de esta
investigación mostraron que: entre 12 semanas de gestación y término un 72% (
IC95%: 61-81%) de los embarazos diagnosticados con T18 fueron interrumpidos por
un aborto involuntario o muerte fetal; entre 18 semanas y término las
proporciones fueron del 65% (57-79%) para
T18 y entre 24 semanas y término las proporciones fueron del 59 % (49-77%). La probabilidad de pérdida de fetos
masculinos con T18 resultó ser mayor que la de fetos femeninos. Hasta el momento, éstas son las
estimaciones más precisas sobre del riesgo de pérdida de fetos dignosticados
con T18 en una población general. Estas
estimaciones deberían ser útiles para mujeres de asesoramiento que llevan un
feto afectado y saben que conocer el riesgo de pérdida fetal es esencial para
comparar el rendimiento de los programas de cribado prenatal que actúan en el
primer y segundo trimestre.
En
relación con esta investigación, el grupo de Souza et al (2009) estudió lo
ocurrido tras embarazos en los que el primogénito hubiera sufrido una trisomia
13 (síndrome de Patau), 18 (síndrome de Edwards)
o 21 (síndrome de Down), en Australia. El riesgo relativo de trisomía posterior
a quince semanas de gestación se calculó comparando el número observado de
trisomías con el número esperado de trisomías posteriores en función de la edad
materna. Se dedujo que las mujeres que sufrieran embarazos con resultados de
una trisomía tenían una mayor predisposición a repetir en su hipotética
descendencia.
3. Los análisis basados en la población de la mortalidad en la trisomía 18
Las trisomía 18 es considerada
de forma general una enfermedad letal, sin embrago, recientes estudios han
informado sobre la posibilidad de supervivencia a largo plazo. Aunque la
supervivencia se ve muy afectada por la trisomía, entre un 18, 5% a 10% de las personas
con estas condiciones sobreviven más allá del primer año de vida. Se ha llevado
a cabo una investigación con el objetivo de evaluar la mortalidad en las
personas con trisomía 18 por medio de dos técnicas basadas en la población.
En un primer análisis se identificó a los nacidos entre 1968 y
1999 con trisomía 18 mediante el Programa de Defectos Congénitos áre a
metropolitana de Atlanta, un del sistema de vigilancia de malformaciones
congénitas. Las fechas de defunción fueron recogidas usando los registros
hospitalarios, registros vitales de Georgia, y el Índice Nacional de
Defunciones.
En
el segundo análisis, se utilizaron los archivos de mortalidad Multiple-Causa
compilados a partir de los certificados de defunción de los Estados Unidos de
1979 a 1997. En estos 2
análisis se examinó la mediana de supervivencia o la edad promedio de muerte,
la supervivencia más allá de 1 año de edad, y los factores asociados con una
mayor supervivencia.
Los resultados obtenidos gracias al Programa de Defectos Congénitos metropolitana de Atlanta fueron los siguientes: se identificaron 114 recién nacidos vivos con trisomía 18; con una mediana de supervivencia de 14,5 días (IC 95%: 8-28). Para cada condición, el 91% de los bebés murió dentro del primer año. Ni la raza ni el sexo fueron factores influyentes para la supervivencia de la trisomía 13, pero para la trisomía 18, las niñas y los niños de razas distintas de blanco parecían sobrevivir más tiempo. La presencia de un defecto cardíaco no pareció afectar a la supervivencia de ninguna de estas condiciones. Usando MCMF , fueron identificadas 5 8.750 personas con trisomía 18 que figuran en sus certificados de defunción. Edades promedio de muerte para las personas con trisomía 18 ambos eran de 10 días y el 5,6% de las personas con trisomía 18 murió a la edad de 1 año o mayores. La raza y el género parecen afectar la supervivencia en ambas condiciones, con las niñas y los negros que muestran mayores edades promedio de muerte.
Los resultados obtenidos gracias al Programa de Defectos Congénitos metropolitana de Atlanta fueron los siguientes: se identificaron 114 recién nacidos vivos con trisomía 18; con una mediana de supervivencia de 14,5 días (IC 95%: 8-28). Para cada condición, el 91% de los bebés murió dentro del primer año. Ni la raza ni el sexo fueron factores influyentes para la supervivencia de la trisomía 13, pero para la trisomía 18, las niñas y los niños de razas distintas de blanco parecían sobrevivir más tiempo. La presencia de un defecto cardíaco no pareció afectar a la supervivencia de ninguna de estas condiciones. Usando MCMF , fueron identificadas 5 8.750 personas con trisomía 18 que figuran en sus certificados de defunción. Edades promedio de muerte para las personas con trisomía 18 ambos eran de 10 días y el 5,6% de las personas con trisomía 18 murió a la edad de 1 año o mayores. La raza y el género parecen afectar la supervivencia en ambas condiciones, con las niñas y los negros que muestran mayores edades promedio de muerte.
4. Investigacón sobre un caso
de trisomía doble con síndrome de
Edwards
Ha habido un
caso muy extraño en la literatura científica (Tennakoon et al, 2008), que trata
de un varón recién nacido que sufrió síndrome de Edwards con trisomía doble (48
XYY, +18). Este niño nació de una madre de 28 años y, a priori, no se dedujo en
sus antecesores ningún caso de diabetes mellitus y tampoco de exposición a
productos químicos; es un caso inusual. Dos años antes, Murawski et al
reportaron un caso de síndrome de Edwards durante un embarazo, complicado con
una incompatibilidad serológica y una preclampsia, donde diagnosticaron la
trisomía 18 gracias a la utilización de una amniocentesis y una ecografía.
Tampoco hay que olvidar cómo se demostró el origen parental en un caso de
síndrome de Edwards (Babu y Verma, 1986). También existen casos típicos de
mosaico en la trisomía 18. Se produce cuando, en dos líneas de células
existentes en el mismo individuo, una línea de células tiene dos copias del
cromosoma 18, mientras que la otra tiene tres copias. Su diagnóstico es
variable; puede haber niños con retraso mental congénito severo y otros en los
que la supervivencia es muy alentadora. Tucker et al (2007) indican el caso de
unos adultos con mosaico del síndrome de Edwards que hasta que no llegaron a
tener descendencia no se descubrió su enfermedad; la trisomía completa se
desarrolló en sus hijos.
Shashi et al (1996), describe a un recién
nacido que tenía un defecto cardíaco congénito complejo y anomalías menores,
indicativos de la trisomía 18. Murió en el período neonatal. Mediante la
técnica FISH con muestras provenientes de la necropsia, un número significativo
de hepatocitos (17%) presentaban trisomía para el cromosoma 18. Su grupo llegó
a la conclusión de que el mosaicismo de la trisomía 18, evidente en el hígado,
podía ser falso, y que el patrón de anomalías, junto con la consanguinidad de
los padres, podría sugerir un nuevo síndrome autosómico recesivo. Asimismo, las
malformaciones anatómicas no eran exactamente iguales a las mostradas por el
síndrome de Edwards.
5.
Análisis
sobre la presencia de proteínas cerebrales solubles en trisomías.
Los autores
examinaron las proteínas solubles de los lóbulos frontales del cerebro en el
recién nacido con trisomías de los 13, 18 y 21 cromosomas (síndrome de Down, de Patau, y de Edwards). Los
exámenes se realizaron en material de autopsia (el periodo post-mortem no
superior a 24 horas) por el método de electroforesis de disco en gel de
poliacrilamida. El tejido
cerebral se tomó en 7 bebés con síndrome de Edwards y se tomó una muestra tisular cerebral
de 21 niños recién nacidos sin defectos del desarrollo del SNC que fue
analizada para un control. En
todos los síndromes estudiados, algunos cambios específicos fueron revelados
en los proteinógramas. Aparentemente, la sección de la
albúmina resultó ser la más sensible a la patología cromosómica: en los casos
de síndrome de Down y de Patau Síndromes el contenido de esta proteína en se
redujo, mientras que en los casos de síndrome de Edwards se incrementó. En este último síndrome de la cantidad
relativa de neuronines S-5 y S-6, y en el síndrome de Patau la cantidad de
neuronine S-6 se redujeron, siendo esta disminución estadísticamente
significativa. En todas las
trisomías se observó una tendencia a una disminución de la zona de las
proteínas cerebrales neuroespecífica ácidas. Este hecho puede estar relacionado
con un nivel inferior de la actividad funcional del SNC en patologías
cromosómicas.
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